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‘La ley del mercado’, ¿todo vale por un trabajo?

La película de Stéphane Brizé nos enfrenta a la dura situación del mercado laboral y a sus a veces dudosas exigencias

La loi du marché. Francia 2015. Stéphane Brizé. (92 min.)

Reparto: Vincent Lindon, Yves Ory, Karine De Mirbeck, Matthieu Schaller, Xavier Mathieu, Noël Mairot, Catherine Saint- Bonnet, Roland Thomin

Sinopsis

Una escena de 'La Ley del Mercado'El protagonista, Thierry (Vincent Lindon), es un hombre de 51 años que después de más de año y más de medio en el paro encuentra trabajo como vigilante de seguridad en un supermercado. No tiene un gran sueldo, al contrario es bastante más ajustado del que tenía en su último empleo, pero al menos puede pagar los gastos básicos de su familia, que vive una situación acuciante después de tanto tiempo sin ingresos.

Sin embargo, ese nuevo empleo, que tanto le ha costado conseguir, comienza a plantearle un conflicto personal cuando le imponen una nueva tarea: espiar a sus compañeros para despedir, sin indemnización, a aquellos que cometen pequeñas faltas. Si no acepta, será él el que perderá el trabajo.

Así, a la lucha por conseguir un empleo que la película relata se suma el conflicto interno que provoca la decisión de su empresa. Thierry ha de enfrentarse a un gran dilema moral; ¿hay que aceptar cualquier cosa para mantener el trabajo? ¿todo vale por un empleo?

El contundente planteamiento, la reflexión y la interpretación de esta historia le han hecho merecedora del Premio al Mejor Actor en el Festival de Cannes, y estar nominada a la mejor película, director y actor en los Premios César, y al mejor actor en los Premios del Cine Europeo. Asimismo, se situó en la selección oficial de largometrajes del Festival del Mar del Plata.

Por qué verla
La película nos enfrenta a la dura situación que impone el desempleo en un mercado en el que hay que aprender a “venderse” para competir por puestos que cada vez tienen salarios más bajos y peores condiciones, aprovechando la situación económica. El largometraje de Brizé lleva a reflexionar sobre hasta qué punto hay que aceptar esas condiciones impuestas a toda costa y nos sitúa ante un mundo laboral en el que los trabajadores sólo son un elemento en la cuenta de gastos o beneficios.